Jueves 09 de octubre 2025.
CENTOLLA, WHATSAPP Y COLUSIÓN
(De la cooperación al delito)
Escrito por Hans Salinas | Abogado Analista de Cumplimiento.
Chile vuelve a encontrarse con la palabra colusión en medios y redes, concepto que pareciera perdido su capacidad de escandalizar. Esta vez, el caso afecta al extremo sur del país, donde la Fiscalía Nacional Económica (FNE) investiga a siete procesadoras de centolla y ocho ejecutivos; al menos una de estas empresas y tres de sus ejecutivos reconocieron los hechos, acogiendo el beneficio de la delación compensada. El problema no se limita al ilícito en sí, sino a la normalidad con que estas prácticas parecen instalarse en ciertos sectores.
La denuncia no fue entablada de un alto ejecutivo ni de un director, sino de un pescador, hecho que refleja cómo la colusión impacta de manera transversal en toda la cadena de valor del sector, afectando a quienes están en la base del sistema productivo.
Lo llamativo es que, en sectores tan específicos como el de las procesadoras de centolla, la cercanía entre competidores no solo es habitual, sino que suele justificarse bajo la premisa de que, al tratarse de un mercado pequeño, la colaboración resulta casi una necesidad. Sin embargo, lo que comenzó con interacciones cotidianas en muelles, ferias o incluso en chats de WhatsApp, situaciones tan cotidianas en donde Modelos de Prevención de Delitos, controles y matrices parecieran no alcanzar.
Este fenómeno no es exclusivo del sur de Chile. Muchas industrias sectorizadas funcionan bajo la lógica de “todos nos conocemos y así funciona la zona”, un escenario que, bajo el velo de la cooperación, se gesta un terreno fértil para el intercambio de información sensible y el desarrollo de prácticas colusorias.
Por su parte, el sistema punitivo ha consolidado una costumbre igual de riesgosa mediante aplicación de sanciones que parecieran no ser ejemplificadoras. Así se perpetúa una paradoja evidente, contamos con un marco normativo cada vez más ambicioso, como la Ley de Responsabilidad Penal de la Persona Jurídica, pero que convive con una realidad donde las prácticas ilícitas continúan reproduciéndose en la cotidianeidad empresarial.
Este caso, no pareciera ser una alarma momentánea, más bien es un recordatorio necesario. Los delitos corporativos no siempre nacen de un apretón de manos en la oficina de un directorio, sino más bien en aquellas situaciones del día a día que no reconoce controles o modelos de cumplimiento. Lo faltante pareciera no ser marco normativo, sino un verdadero cambio corporativo-cultural que entienda que la colaboración mal entendida puede ser la antesala al delito.
por Hans Salinas, Addyra ®